EVANGELIO DE HOY, JUEVES 8 DE ENERO

EVANGELIO DE HOY 



JUEVES 8 DE ENERO

PRIMERA LECTURA 

Si nos amamos mutuamente, Dios permanece en nosotros.

De la Primera carta de san Juan 4, 11-18

Queridos míos, si Dios nos ha amado tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. A Dios nadie lo ha visto jamás; pero si nos amamos mutuamente, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su perfección. En esto conocemos que permanecemos en Él y Él en nosotros: en que nos hizo participar de su Espíritu. Así nosotros, que hemos visto al Hijo, damos testimonio de que Dios Padre lo envió como salvador del mundo. Cuando alguien profesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Nosotros creemos en el amor que Dios nos tiene: creyendo, conocimos su amor. Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él. El amor es perfecto en nosotros cuando nos hace vivir como Cristo ya en este mundo y esperar con confianza el día del juicio. En este amor no cabe el miedo. El perfecto amor lo excluye, porque el miedo supone ya un castigo. El que tiene miedo no ha llegado a la perfección del amor.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Sal 71, 1- 2. 10-13

R/. Que te adoren, Señor, todos los pueblos.


• Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. R/.

• Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Que los reyes de Sabá y de Arabia le ofrezcan sus dones; que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan. R/.

• Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; Él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres. R/.

EVANGELIO

Jesús se les presentó caminando sobre el lago.

Del Evangelio según san Marcos 6, 45-52

Después de repartir los panes a la multitud, mandó Jesús a sus discípulos que se embarcaran y se le adelantaran a la otra orilla, pasando frente a Betsaida, mientras Él despedía a la gente. Después que los despidió, se retiró a la montaña a orar. Cuando anocheció, estaba la barca en medio del lago y Él estaba en tierra solo. Vio, pues, el gran trabajo con que remaban, pues el viento les era contrario; y a eso de la madrugada se les presentó caminando sobre el lago e hizo como si quisiera pasar de largo. Ellos, al ver a Jesús caminar sobre el lago, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque todos al verlo se asustaron. Pero Jesús les habló en seguida: “¡Calma, soy yo! ¡No tengan miedo!”. Y se les acercó y subió a la barca, y el viento se calmó. Ellos estaban en el colmo del estupor, porque no habían entendido lo que había pasado con los panes. Tenían la mente embotada.

Palabra del Señor

MEDITATION

El amor hace que en nuestra vida ya no exista el temor o la desconfianza. Si vivimos en el amor que nos comunica Dios, ya no tendremos miedo al día del juicio, ya que es nuestro Padre y hemos nacido de Él, y actuaremos en nuestra vida como hijos, que no se mueven por miedo sino por amor. Pero del amor de Dios sacamos una vez más la conclusión de nuestro amor fraterno: “Si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud”.

Si asimiláramos ese amor, nuestra relación con Dios no estaría basada en el miedo o en el interés, sino en nuestra condición de hijos y en nuestra confianza en el Padre, en el Hijo que se ha entregado por nosotros, y en el Espíritu que nos ha sido derramado en nuestro corazón y que nos hace decir: Abbá, Padre.

En nuestra vida también pasamos a veces por el miedo que experimentaron aquella noche los discípulos, a pesar de ser pescadores avezados. A nuestra barca particular, y también a la barca de la Iglesia, le vienen a veces vientos fuertes en contra, y tenemos miedo de zozobrar. Como para aquellos apóstoles, la paz y la serenidad nos vendrán de que admitamos a Jesús junto a nosotros, en la barca. Y podremos oír que nos dice: “Ánimo, soy yo, no tengáis miedo”.

Comentario

La situación se repite en cada uno de nosotros con muchas tormentas, tempestades y miedos de nuestra vida. En esos momentos, a pesar de la oscuridad y la zozobra, escuchamos la voz del Señor, que insiste una y otra vez: “No tengas miedo, soy yo”.

PARA REFLEXIONAR

¿Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él? ¿Permanecemos en el amor de Dios?

ORACIÓN

Sálvanos, Señor, que nos hundimos, la tormenta arrecia contra nosotros. Mándanos ir hacia ti en medio del mar. Que sea nuestra fe la que nos sostenga y nos permita reconocerte aún en medio de la oscuridad. Amén.