EVANGELIO DE HOY, jueves 3 de octubre



EVANGELIO DE HOY 

JUEVES 3 DE OCTUBRE


Lectura         Neh 8, 1-4a. 5-6. 7b-12


Lectura del libro de Nehemías.

Todo el pueblo se reunió como un solo hombre en la plaza que está ante la puerta del Agua. Entonces dijeron a Esdras, el escriba, que trajera el libro de la Ley de Moisés, que el Señor había dado a Israel. El sacerdote Esdras trajo la Ley ante la Asam­blea, compuesta por los hombres, las mujeres y por todos los que podían entender lo que se leía. Era el primer día del séptimo mes. Luego, desde el alba hasta promediar el día, leyó el libro en la plaza que está ante la puerta del Agua, en presencia de los hom­bres, de las mujeres y de todos los que podían entender. Y todo el pueblo seguía con atención la lectura del Libro de la Ley. Esdras, el escriba, estaba de pie sobre una tarima de madera que habían hecho para esa ocasión. Abrió el libro a la vista de todo el pueblo
?porque estaba más alto que todos? y cuando lo abrió, todo el pueblo se puso de pie. Esdras bendijo al Señor, el Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: “¡Amén! ¡Amén!”. Luego se inclinaron y se postraron delante del Señor con el rostro en tierra. Los levitas exponían la Ley al pueblo, que se mantenía en sus puestos. Ellos leían el Libro de la Ley de Dios, con claridad, e interpretando el sentido, de manera que se comprendió la lectura. Entonces Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote es­criba, y los levitas que instruían al pueblo, dijeron a todo el pue­blo: “Este es un día consagrado al Señor, su Dios: no estén tristes ni lloren”. Porque todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la Ley. Después añadió: “Ya pueden retirarse; coman bien, beban un buen vino y manden una porción al que no tiene nada preparado, porque este es un día consagrado a nuestro Señor. No estén tris­tes, porque la alegría en el Señor es la fortaleza de ustedes”. Y los levitas serenaban al pueblo, diciendo: “¡Tranquilícen­se! Este día es santo: no estén tristes”. Todo el pueblo se fue a comer y a beber, a repartir porciones y a hacer grandes festejos, porque habían comprendido las pala­bras que les habían enseñado.
Palabra de Dios.

Comentario

El texto nos ubica aproximadamente en el año 450 a.C. Para esa época, ya estaba compuesta la primera parte del Antiguo Testamento, que los judíos llaman la Ley de Moisés (Torá). Aquí nos encontramos con esa lectura de la Palabra, en una liturgia que se renueva hasta el día de hoy. Cuando leemos la Biblia en la asamblea, escuchamos la explicación y participamos con nuestra atención y nuestra respuesta. El mensaje de la Palabra que recibimos se expresa en la alegría compartida.

Salmo Sal 18, 8-11


R. La ley del Señor alegra el corazón.

La ley del Señor es perfecta, reconforta el alma; el testimonio del Señor es verdadero, da sabiduría al simple. R.
Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón; los mandamientos del Señor son claros, iluminan los ojos. R.
La palabra del Señor es pura, permanece para siempre; los juicios del Señor son la verdad, enteramente justos. R.
Son más atrayentes que el oro, que el oro más fino; más dulces que la miel, más que el jugo del panal. R.

Aleluya          Mc 1, 15

Aleluya. El Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia. Aleluya.

Evangelio      Lc 10, 1-12


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

El Señor designó a otros setenta y dos, además de los Doce, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe traba­jadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni provisiones, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: ‘¡Que descienda la paz sobre esta casa!’. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; sanen a sus enfermos y digan a la gente: ‘El Reino de Dios está cerca de ustedes’. Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: ‘¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adheri­do a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin em­bargo, que el Reino de Dios está cerca’. Les aseguro que en aquel día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad”.
Palabra del Señor.

Comentario

“El Reino de Dios está cerca de ustedes”. Este es el anuncio. Y allí donde haya personas con el corazón abierto para recibir lo que viene de Dios, el Reino crecerá a partir de la predicación. Jesús nos advierte: también habrá quienes rechacen la Buena Noticia, porque no quieren la paz ni la salud para el prójimo. Nuestra misión, a pesar de los rechazos, será siempre seguir anunciando.