EVANGELIO DE HOY, VIERNES 26 DE SEPTIEMBRE

Lectura         Ag 1, 15b—2, 9

Lectura de la profecía de Ageo.

El segundo año de Darío, rey de Persia, el día veintiuno del séptimo mes, la palabra del Señor llegó, por medio del profeta Ageo, en estos términos: “Di a Zorobabel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judá, a Josué, hijo de Iehosadac, el Sumo Sacerdote, y al resto del pueblo: ¿Que­da alguien entre ustedes que haya visto esta Casa en su antiguo esplendor? ¿Y qué es lo que ven ahora? ¿No es como nada ante sus ojos? ¡Ánimo, Zorobabel! ?oráculo del Señor?. ¡Ánimo, Josué, hijo de Iehosadac, Sumo Sacerdote! ¡Ánimo, todo el pueblo del país! ?oráculo del Señor? ¡Manos a la obra! Porque yo estoy con ustedes ?oráculo del Señor de los ejércitos? según el compromi­so que contraje con ustedes cuando salieron de Egipto, y mi es­píritu permanece en medio de ustedes. ¡No teman! Porque así habla el Señor de los ejércitos: Dentro de poco tiempo, yo haré estremecer el cielo y la tierra, el mar y el suelo firme. Haré estremecer a todas las naciones: entonces afluirán los tesoros de todas las naciones y llenaré de gloria esta Casa, dice el Señor de los ejércitos. ¡Son míos el oro y la plata! –oráculo del Señor de los ejérci­tos–. La gloria última de esta Casa será más grande que la prime­ra, dice el Señor de los ejércitos, y en este lugar yo daré la paz”.
Palabra de Dios.
Salmo Sal 42, 1-4
R. Espero en el Señor y le daré gracias.
Júzgame, Señor, y defiende mi causa contra la gente sin piedad; líbrame del hombre falso y perverso. R.
Si tú eres mi Dios y mi fortaleza, ¿por qué me rechazas? ¿Por qué tendré que estar triste, oprimido por mi enemigo? R.
Envíame tu luz y tu verdad: que ellas me encaminen y me guíen a tu santa Montaña, hasta el lugar donde habitas. R.
Y llegaré al altar de Dios, el Dios que es la alegría de mi vida; y te daré gracias con la cítara, Señor, Dios mío. R.
Aleluya          Mc 10, 45
Aleluya. El Hijo del hombre vino para servir y dar su vida en rescate por una multitud. Aleluya.
Evangelio      Lc 9, 18-22
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Un día en qué Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resu­citado”. “Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?”. Pedro, tomando la palabra, respondió: “Tú eres el Mesías de Dios”. Y él les ordenó terminantemente que no lo anunciaran a na­die, diciéndoles: “El Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día”.
Palabra del Señor.
Comentario
También nosotros, discípulos y discípulas, debemos responder a la pregunta de Jesús: “¿Quién dicen ustedes que soy yo?”. Porque no vale contestar desde fórmulas aprendidas ni con vacías repeticiones. Desde nuestra experiencia y nuestra relación personal, tenemos que decirle a Jesús todo lo que él significa para cada uno de nosotros.

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