EVANGELIO DE HOY
MIERCOLES, 2 DE OCTUBRE
Lectura Neh 2, 1-8
Lectura del libro de Nehemías.
En el mes de Nisán, el vigésimo año del reinado de Artajerjes, siendo yo el encargado del vino, lo tomé y se lo ofrecí al rey. Como nunca había estado triste en su presencia, el rey me preguntó: “¿Por qué tienes esa cara tan triste? Tú no estás enfermo. Seguramente hay algo que te aflige”. Yo experimenté una gran turbación, y dije al rey: “¡Viva el rey para siempre! ¿Cómo no voy a estar con la cara triste, si la ciudad donde están las tumbas de mis padres se encuentra en ruinas y sus puertas han sido consumidas por el fuego?”. El rey me dijo: “¿Qué es lo que quieres?”. Yo me encomendé al Dios del cielo, y le respondí: “Si es del agrado del rey y tú estás contento con tu servidor, envíame a Judá, a la ciudad donde están las tumbas de mis padres, para que yo la reconstruya”. El rey, que tenía a la reina sentada a su lado, me dijo: “¿Cuánto tiempo durará tu viaje y cuándo estarás de regreso?”. Al rey le pareció bien autorizar mi partida, y yo le fijé un plazo. Luego dije al rey: “Si el rey lo considera conveniente, se me podrían dar cartas para los gobernadores del otro lado del Éufrates, a fin de que me faciliten el viaje a Judá. También podrían darme una carta para Asaf, el supervisor de los parques del rey, a fin de que me provea de madera para armar las puertas de la ciudadela del Templo, para las murallas de la ciudad y para la casa donde voy a vivir”. El rey me concedió todo eso, porque la mano bondadosa de mi Dios estaba sobre mí.
Palabra de Dios.
Comentario
El ángel se presentará como una manifestación concreta de la providencia de Dios. Él quiere cuidar nuestro camino y conducirnos a su encuentro. El ángel acompaña nuestro andar y vela para que lleguemos a la meta final: la comunión con Dios.
Salmo Sal 136, 1-6
R. ¡Que no me olvide de ti, Ciudad de Dios!
Junto a los ríos de Babilonia, nos sentábamos a llorar, acordándonos de Sión. En los sauces de las orillas teníamos colgadas nuestras cítaras. R.
Allí nuestros carceleros nos pedían cantos, y nuestros opresores, alegría: “¡Canten para nosotros un canto de Sión!”. R.
Cómo podíamos cantar un canto del Señor en tierra extranjera? Si me olvidara de ti, Jerusalén, que se paralice mi mano derecha. R.
Que la lengua se me pegue al paladar si no me acordara de ti, si no pusiera a Jerusalén por encima de todas mis alegrías. R.
Aleluya Flp 3, 8-9
Aleluya. Considero todas las cosas como desperdicio, con tal de ganar a Cristo y estar unido a él. Aleluya.
Evangelio Mt 18, 1-5. 10.
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: “¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?”. Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: “Les aseguro que si ustedes no cambian y no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos. El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre me recibe a mí mismo. Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial”.
Palabra del Señor.
Comentario
Jesús toma una imagen muy popular de la religiosidad de su tiempo: los ángeles más importantes, quienes pueden contemplar continuamente el rostro de Dios. Y nos dice que son estos ángeles los que velan por los pequeños. Dios mira especialmente a los pequeños, a quienes no cuentan con ningún poder humano y sólo se sostienen en él.
SANTO DE HOY
Santos Ángeles Custodios.
Memoria. Blanco.
Los ángeles son servidores y mensajeros de Dios porque como afirma Jesús, contemplan “constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos” y son “agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra”. De aquí que toda la vida de la Iglesia se beneficie de la ayuda misteriosa y poderosa de estos seres. Desde la infancia a la muerte, la vida humana está rodeada de su custodia (Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 328-336).