Moniciones Miércoles de Ceniza
Monición de entrada
Queridos hermanos, con las celebraciones litúrgicas de hoy, damos inicio en la Iglesia a la Cuaresma, un período de 40 días que comienza hoy, Miércoles de Ceniza, y termina antes de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual. Por eso hoy se nos impondrá la ceniza, con lo que la Iglesia nos hará ese llamado a convertirnos y creer en el evangelio.
Dispuestos a dejarnos moldear por el Señor, comencemos esta Santa Misa entonando todos juntos el canto de entrada..
Las lecturas del miércoles de ceniza son las mismas para los ciclos A, B Y CSe omite el acto penitencial, ya que en esta celebración es sustituido por la imposición de la ceniza.
Oración colecta
Señor, fortalécenos con tu auxilio al empezar la Cuaresma, para que nos mantengamos en espíritu de conversión; que la austeridad penitencial de estos días nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal. Por nuestro Señor Jesucristo.
Bendición e imposición de la ceniza
Después de la homilía, el sacerdote, de pie, dice con las manos juntas:
Con actitud humilde oremos, hermanos, a Dios nuestro Padre, para que se digne bendecir con su gracia estas cenizas que vamos a imponer en nuestras cabezas en señal de penitencia.
Después de la homilía, el sacerdote, de pie, dice con las manos juntas:
Con actitud humilde oremos, hermanos, a Dios nuestro Padre, para que se digne bendecir con su gracia estas cenizas que vamos a imponer en nuestras cabezas en señal de penitencia.
Y, después de una breve oración en silencio, prosigue:
Oh Dios, que te dejas vencer por el que se humilla
y encuentras agrado en quien expía sus pecados,
escucha benignamente nuestras súplicas
y derrama la gracia X de tu bendición
sobre estos siervos tuyos
que van a recibir la ceniza,
para que, fieles a las prácticas cuaresmales,
puedan llegar, con el corazón limpio,
a la celebración del misterio pascual de tu Hijo.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
O bien:
Oh Dios que no quieres la muerte del pecador,
sino su arrepentimiento,
escucha con bondad nuestras súplicas
y dígnate bendecir X esta ceniza
que vamos a imponer sobre nuestra cabeza;
y porque sabemos que somos polvo
y al polvo hemos de volver,
concédenos por medio de las prácticas cuaresmales,
el perdón de los pecados;
así podremos alcanzar,
a imagen de tu Hijo resucitado,
la vida nueva de tu reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
Y rocía con agua bendita las cenizas, sin decir nada.
Seguidamente, el sacerdote impone la ceniza a todos los presentes que se acercan hasta él; a cada
uno le dice:
Convertíos y creed en el Evangelio. (Mc 1, 15)
O bien:
(Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás. Cf. Gn 3, 19)
Mientras tanto se canta:
- Puede cantarse otro canto apropiado. Acabada la imposición de la ceniza, el sacerdote se lava las manos.
- El rito se concluye con la oración universal u oración de los fieles.
- No se dice Credo.
LITURGIA DE LA PALABRA
Primera lectura (Joel 2, 12-18)
M. El profeta Joel nos hace un fuerte llamado a la conversión, un cambio de vida que no solo se manifieste con signos externos, sino rasgando también el corazón para que Dios tenga misericordia de nosotros. ó
PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Joel 2, 12-18
«Ahora —oráculo del Señor— convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto.
Rasgad los corazones y no las vestiduras; convertíos al Señor, Dios vuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad; y se arrepiente de las amenazas».
Quizá se arrepienta y nos deje todavía su bendición, la ofrenda, la libación para el Señor, vuestro Dios.
Tocad la trompeta en Sión, proclamad el ayuno, convocad la reunión. Congregad al pueblo, santificad la asamblea, reunid a los ancianos. Congregad a muchachos y niños de pecho. Salga el esposo de la alcoba, la esposa del tálamo.
Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan:
«Perdona, Señor, a tu pueblo; no entregues tu heredad al oprobio, no la dominen los gentiles; no se diga entre las naciones: ¿Dónde está su Dios?
El Señor tenga celos por su tierra, y perdone a su pueblo».
Palabra de Dios.
Salmo responsorial (Salmo 50)
Con el salmo 50 nos unimos como asamblea para implorar a Dios el perdón de nuestras culpas, porque somos pecadores desde nuestra concepción. Con el salmista diremos:
Salmo responsorial: 50
R. Misericordia, Señor: hemos pecado.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa,
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.
por tu inmensa compasión borra mi culpa,
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces. R.
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces. R.
Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R.
afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R.
Segunda lectura (2 Corintios 5, 20-6,2)
San Pablo nos exhorta hoy, de manera muy especial al iniciar la Cuaresma, a que valoremos el sacrificio de Cristo para expiar nuestros pecados, y nos volvamos a Dios reconciliándonos con él.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 20-6,2
Hermanos:
Nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios.
Secundando su obra, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios, porque él dice: «En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»;pues mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación.
Palabra de Dios.
Evangelio (Mateo 6, 1-6. 16-18)
Durante la cuaresma, hay tres prácticas a las que la Iglesia nos llama de manera especial: la oración, el ayuno y la limosna. Hoy, en el evangelio de San Mateo, Jesús nos da las indicaciones de cómo debemos realizar estos actos para que sean agradables a Dios y no una mera búsqueda de nuestra satisfacción personal.
El Evangelio, nos habla de la actitud que debe tener un cristiano cuando practica la caridad, la oración y el ayuno, dirigiéndolos todos ellos, al Padre que ve en lo secreto, en oposición al deseo de ser vistos por los hombres. Nos ponemos de pie, para escuchar el Santo Evangelio.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 1-6. 16-18
6, 1-6. 16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos;de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres;os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha;así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.
Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido;y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.»
Palabra del Señor.
BENDICIÓN E IMPOSICIÓN DE LA CENIZA
La ceniza, en nuestra tradición cuaresmal manifiesta fragilidad humana y pecado; pero la ceniza también simboliza, el resto de un fuego purificador, el inicio de una vida nueva, por lo tanto la identificamos con el arrepentimiento y la reconciliación. La ceniza que vamos a recibir es signo de conversión, petición de perdón y confianza en la misericordia de Dios.
BENDICIÓN DE LA CENIZA
Con actitud humilde oremos, hermanos, a Dios nuestro Padre, para que se digne bendecir con su gracia estas cenizas que vamos a imponer en nuestras cabezas en señal de penitencia.
Oh Dios, que te dejas vencer por el que se humilla y encuentras agrado en quien se arrepiente de sus pecados, escucha benignamente nuestras súplicas y derrama la gracia de tu bendición † sobre estos siervos tuyos que van a recibir la ceniza, para que, fieles a las prácticas cuaresmales, puedan llegar, con el corazón limpio, a la celebración del misterio pascual de tu Hijo. El, que vive y reina por los siglos de los siglos. AMÉN.
O bien:
Tú, Señor,
amas la vida, no la muerte; quieres
nuestra conversión, y no nuestra ruina. Te rogamos
que nos hagas descubrir, bajo las
cenizas que el pecado causó en nuestras vidas, el fuego que
sólo tu amor puede encender.
Bendice estas
cenizas, que vamos a poner
en nuestras cabezas, y que el
aliento de tu Espíritu reavive en
nuestros corazones la VIDA NUEVA, que un día
esperamos gozar en plenitud, por tu Hijo
Jesucristo resucitado, que contigo y
el Espíritu vive y reina
por los siglos de los siglos. AMÉN.
O bien:
Señor, bendice (+) esta ceniza como signo de conversión y de penitencia, como prueba de que
queremos descubrir a tu Hijo hoy en el silencio de nuestra oración, en la escucha de tu Palabra y en
la persona de nuestro prójimo, a quien nos acercamos en su necesidad.
Que la señal de la cruz dada en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo nos anime y nos
sane interiormente, de forma que te sirvamos sinceramente a ti y a nuestro prójimo, por la fuerza y
misericordia de Jesucristo nuestro Señor.
El sacerdote rocía la ceniza con agua bendita, en silencio. A continuación, imposición de la ceniza.
O bien:
Señor, bendice (+) esta ceniza como signo de conversión y de penitencia, como prueba de que
queremos descubrir a tu Hijo hoy en el silencio de nuestra oración, en la escucha de tu Palabra y en
la persona de nuestro prójimo, a quien nos acercamos en su necesidad.
Que la señal de la cruz dada en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo nos anime y nos
sane interiormente, de forma que te sirvamos sinceramente a ti y a nuestro prójimo, por la fuerza y
misericordia de Jesucristo nuestro Señor.
El sacerdote rocía la ceniza con agua bendita, en silencio. A continuación, imposición de la ceniza.
GESTO DE IMPOSICIÓN DE LA CENIZA
IMPOSICIÓN DE LA CENIZA
Puede haber música de fondo.
Puede haber música de fondo.
+ Conviértete y cree en el Evangelio
Oración de los fieles
A Dios nuestro Padre, con toda confianza, le pedimos que escuche la oración de su pueblo. Respondemos diciendo:
"Ten misericordia de nosotros, Señor".
- Por la Iglesia, para que durante este período de Cuaresma se encamine hacia la celebración digna de la Pascua. Oremos.
- Por los que rigen los destinos de las naciones, especialmente por los gobernantes de nuestro país, para que, iluminados por la palabra de Dios, gobiernen a nuestros pueblos con la justicia que Dios quiere para sus hijos. Oremos.
- Por los que sufren en el mundo, especialmente por los que les hace falta el pan para poder sobrevivir, para que en este tiempo de cuaresma nos volvamos hacia ellos con misericordia y les brindemos nuestra ayuda. Oremos.
- Por los que nos reunimos hoy en torno al altar del Señor, para que la Ceniza que se nos ha impuesto nos motive a dar signos de una sincera conversión y no echemos en saco roto la gracia que Dios nos ha otorgado. Oremos
O bien:
PLEGARIA UNIVERSAL
Hermanos, delante de nuestros ojos, el Señor abre un tiempo favorable para recibir su salvación. Sabiendo que El se deja encontrar, por cuantos están dispuestos a acogerlo sin reservas, con confianza oremos juntos diciendo:
“DIOS MISERICORDIOSO, ESCUCHANOS”
1.- Para que en este tiempo de cuaresma, guie al pueblo de Dios, por el camino de la conversión y de la reconciliación, anunciando a todos los hombres la infinita misericordia de Dios.Oremos.
2.- Para que sostenidos por la fuerza del Espíritu, vivan su compromiso de guiar y orientar a los fieles, hacia el encuentro con Cristo, que les da pleno significado a su existencia.Oremos.
3.- Para que esta cuaresma, que hoy se inicia, despierte en nosotros un sincero deseo de conversión, que suscite un afán de trabajo y de cambio, esforzándonos por edificar una comunidad viva en el amor y la unidad.Oremos.
4.- Para que en este tiempo de gracia, se decidan a vivir una experiencia personal con el Señor, que lo escuchen y acepten lo que Él les propone: darle sentido y felicidad a sus vidas, caminando junto a El por la vía de la caridad, la verdad y la paz.Oremos.
5.- Para que el Señor los fortalezca en la fe y en la esperanza, y en este tiempo cuaresmal, encuentren en nosotros sus hermanos, solidaridad y comprensión a sus dolencias y necesidades. Oremos 6.- Para que el Señor nos fortalezca en la fe y suscite el anhelo, siempre posible, de regresar a la Casa del Padre. Oremos
Dios, rico en misericordia, que ofreces un tiempo propicio para nuestra conversión, concedemos recorrer este camino que conduce a Ti, confiando en la guía del Espíritu Santo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amen
Presentación de las Ofrendas
Al presentar las ofrendas en el altar, ofrezcámosle al Señor los propósitos de conversión que hay en nuestro corazón y Él, que ve en lo secreto, nos recompensará. Acompañemos este momento cantando.
Oración sobre las ofrendas
Al ofrecerte este sacrificio que inaugura la Cuaresma
te pedimos, Señor,
que nuestras obras de caridad
y nuestras penitencias
nos ayuden al dominio de nosotros mismos,
para que, limpios de pecado,
merezcamos celebrar piadosamente
los misterios de la pasión de tu Hijo.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Cuaresma. Antífona de comunión (Sal 1, 2-3)
El que medita la ley del Señor día y noche da fruto en su sazón.
Comunión
Ahora acerquémonos al altar a comulgar el Cuerpo y la Sangre de Cristo, de quien recibiremos esa fuerza para comenzar bien esta Cuaresma.
O bien:
Unámonos a Cristo Eucaristía y dejémonos llenar de su amor, razón de ser de nuestra vida.
Oración después de la comunión
Señor, estos sacramentos que hemos recibido hagan nuestros ayunos agradables a tus ojos y obren como remedio saludable de todos nuestros males. Por Jesucristo nuestro Señor
O bien
Oración sobre el pueblo
Infunde propicio, Señor, un espíritu de contrición
sobre los que se inclinan ante tu majestad,
para que merezcan conseguir la recompensa
que tu misericordia ha prometido a los que se arrepienten.
Por Jesucristo nuestro Señor.
O bien, se puede utilizar la bendición solemne de Cuaresma:
Dios, Padre misericordioso,
os conceda a todos vosotros, como al hijo pródigo,
el gozo de volver a la casa paterna.
R/. Amén.
Cristo, modelo de oración y de vida,
os guíe a la auténtica conversión del corazón,
a través del camino de la Cuaresma.
R/. Amén.
El Espíritu de sabiduría y de fortaleza
os sostenga en la lucha contra el maligno,
para que podáis celebrar con Cristo la victoria pascual.
R/. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo X y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros y permanezca por siempre.
R/. Amén.
Final
Ahora podemos ir a nuestros hogares, a vivir la Palabra que hemos escuchado en esta Santa Misa, dispuestos a comenzar también un proceso de conversión, ayuno, penitencia y limosna. Cantamos...
La bendición e imposición de la ceniza se puede hacer también fuera de la misa. En este caso es
recomendable que preceda una liturgia de la palabra, utilizando la antífona de entrada, la oración
colecta, las lecturas con sus cantos, como en la misa. Sigue después la homilía y la bendición e
imposición de la ceniza. El rito concluye con la oración universal.