QUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO C




10 de febrero de 2019 
-CANTO AL ESPÍRITU SANTO

- QUE ALEGRÍA ENCONTRARNOS HOY POR MEDIO DE DE LA PALABRA Y ASÍ PODER
INVOCAR AL ESPÍRITU SANTO QUE PROCEDE DEL PADRE Y DEL HIJO, PIDIÉNDOLE
 UNA ASISTENCIA  ESPECIAL PARA QUE NOS AYUDE A ENTENDER SU PALABRA, EN
ESTE QUINTO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO - CICLO C

- PARA ESTE PRÓXIMO DOMINGO LA IGLESIA NOS PROPONE REFLEXIONAR SOBRE EL TEMA DEL
TEXTO BÍBLICO: DEL EVANGELISTA SAN  LUCAS CAPITULO 5°, VERSÍCULO 1-11
prestemos ATENCIÓN A LA NARRACIÓN DE ESTE TEXTO.
Primera lectura
     Lectura del libro de Isaías (6,1-2a.3-8):


EL año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo.
Junto a él estaban los serafines, y se gritaban uno a otro diciendo:
«¡Santo, santo, santo es el Señor del universo, llena está la tierra de su gloria!».
Temblaban las jambas y los umbrales al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.
Yo dije:
«Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de gente de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey, Señor del universo».
Uno de los seres de fuego voló hacia mí con un ascua en la mano, que había tomado de! altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo:
«Al tocar esto tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado».
Entonces escuché la voz del Señor, que decía:
«A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?».
Contesté:
«Aquí estoy, mándame».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 137

R/.
 Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.


V/. Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti;
me postraré hacia tu santuario. R/.

V/. Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R/.

V/. Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande. R/.

V/. Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios (15,1-11):

Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié y que vosotros aceptasteis, en el que además estáis fundados,
y que os está salvando, si os mantenéis en la palabra que os anunciamos; de lo contrario, creísteis en vano.
Porque yo os transmití en primer lugar, lo que también yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; y que se apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales vive todavía, otros han muerto; después se apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí.
Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de ser llamado apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios.
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien; tanto yo como ellos predicamos así, y así lo creísteis vosotros.

Palabra de Dios







Evangelio del domingo

Evangelio según san Lucas (5,1-11), del domingo, 10 de febrero de 2019

Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,1-11):

En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes.
Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».
Respondió Simón y dijo:
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».
Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Y Jesús dijo a Simón:
«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor

Para ayudar en la lectura del pasaje:
vv. 1-3: Jesús se encuentra en la orilla del mar de Genesaret y delante de Él está una gran muchedumbre, deseosa de escuchar la Palabra de Dios. Él sube sobre una barca y se aleja de tierra; como un maestro y como un valiente, Él se sienta sobre las aguas y las domina y desde allí ofrece su salvación, que nace de la Palabra, escuchada y acogida.
vv. 4-6: Jesús invita a pescar y Pedro se fía, cree en la Palabra del Maestro. Por fe, se adentra en el mar y echa sus redes; por esta misma fe la pesca es abundante, es milagrosa.
v.7: El encuentro con Jesús no está nunca cerrado, sino que por el contrario empuja a la comunicación, a la participación: el don, de hecho, es demasiado grande e incontenible para uno solo. Pedro llama a los compañeros de la otra barca y el don se duplica, continuamente crece.
vv. 8-11: Delante de Jesús, Pedro se arrodilla, adora y reconoce su pecado, su incapacidad, pero Él lo llama, con el mismo tono con el que ha removido las aguas de tantos mares, a lo largo de toda la Escritura: “¡No temáis!”. Dios se revela y se hace compañero del hombre. Pedro acepta la misión de sacar fuera del mar del mundo y del pecado a los hombres, sus hermanos, así como ha sido sacado fuera él; deja la barca, las redes, los peces y sigue a Jesús, junto a sus compañeros.
c) El texto:
1 Estaba él a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba a su alrededor para oír la palabra de Dios, 2 cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas y estaban lavando las redes. 3Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre.

4 Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.» 5 Simón le respondió: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.» 6 Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. 7 Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían.
8 Al verlo, Simón Pedro cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador.» 9 Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado. 10 Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas. Desde ahora serás pescador de hombres.» 11 Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron.

3. Un momento de silencio orante
En este espacio de silencio y soledad que se me ha concedido para vivir con Él, me alejo un poco de la tierra, me adentro y, fiándome del Señor, lanzo la red hasta las profundidades y así espero...

4. Algunas preguntas
a) “Sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre” Jesús baja, se sienta, mora en medio de nosotros, se abaja hasta tocar nuestra tierra y desde esta pequeñez nos ofrece su enseñanza, su Palabra de salvación. Jesús me ofrece tiempo, espacio, disponibilidad plena para encontrarlo y conocerlo, pero ¿Sé quedarme, permanecer, radicarme en Él, delante de Él?

b) “Le rogó se alejara un poco de tierra” . La petición del Señor es progresiva. Después de separarse de tierra, Él pide que se adentre en el mar. “¡Aléjate de tierra! ¡Boga mar adentro!” Invitaciones dirigidas a todas las barcas de todos los hombres y mujeres. ¿Tengo fe, tengo confianza, confío en Él y por eso me dejo llevar, abandono la pesca? Me miro dentro con sinceridad y seriedad: ¿Dónde están plantados los anclajes de mi vida?

c) “Echaré las redes”. Pedro nos ofrece un ejemplo luminoso de fe en la Palabra del Señor. En este pasaje el verbo “echar” aparece en dos ocasiones: la primera está referido a las redes y la segunda a la misma persona de Pedro. El significado es fuerte y claro: delante del Señor podemos echar todo nuestro ser. Nosotros echamos, pero Él recoge. Siempre, con una fidelidad absoluta e infalible. ¿Me siento dispuesto a tomar mi vida tal como es hoy y arrojarla a los pies de Jesús, para que Él, una vez más, me recoja, me sane, me salve, haciendo de mí un hombre nuevo?

d) “Hicieron señas a los compañeros de la otra barca”. Pedro, de nuevo, me sirve de guía para mi camino y me indica la vía de apertura a los otros, de la participación, porque en la Iglesia no es posible estar aislados y cerrados. Todos somos enviados: “Ve a mis hermanos y diles” (Jn 20, 17) ¿Pero sé yo acercar mi barca a la de los demás? ¿Sé verter en la existencia de los otros hermanos y hermanas los dones y las riquezas, que el Señor ha querido confiarme en depósito?


5. Una clave de lectura
* El mar y el tema del éxodo:Jesús está en pié, junto a la orilla del mar, está de pié no importa las obscuridades amenazadoras e ignoradas de las olas del mar y de la vida. Se pone de frente a este pueblo reunido, listo para la escucha y para el éxodo, Él , el buen pastor, con el cayado de su Palabra. Quiere conducirlo a través de los mares y de los océanos de este mundo, en un viaje de salvación que nos lleva siempre más cerca del Padre. El Señor habla y las aguas se separan delante de Él, como ya aconteció en el Mar Rojo (Ex 14, 21-23) y junto al río Jordán (Jos. 3, 14-17). También el mar de arena del desierto queda vencido por la fuerza de su Palabra y se abre, convirtiéndose en un jardín, una senda llana y enderezada (Is 43, 16-21) para cuantos deciden el viaje de retorno a Dios y por Él se dejan guiar. En estos pocos versículos del Evangelio, el Señor Jesús prepara, una vez más, para nosotros el gran milagro del éxodo, de la salida de las tinieblas de muerte por la travesía salvadora hacia pastos frescos de la amistad con Él, de la escucha de su voz. Todo está preparado: nuestro nombre ha sido pronunciado con infinito amor por el buen pastor, que nos conoce de siempre y nos guía por toda la eternidad, sin dejarnos abandonados nunca de su mano.


* La escucha de la fe que nos conduce a la obediencia:Es el segundo tramo del glorioso camino que el Señor Jesús nos ofrece a través de este pasaje de Lucas. La muchedumbre se apiña en torno a Jesús, llevada del deseo íntimo de “escuchar la Palabra de Dios”; es la respuesta a la invitación perenne del Padre, que invade toda la Escritura: “¡Escucha Israel!” (Dt. 6,4) y “¡Si mi pueblo me escuchase!” (Sal 80, 14). Es como si la muchedumbre dijese: “¡Sí, escucharé qué cosa dice Dios, el Señor!” (Sal 85, 9). Pero la escucha que se nos pide y sugiere es completa no superficial; es viva y vivificante, no muerta; es escucha de la fe, no de la incredulidad y de la dureza de corazón. Es la escucha que dice: Sí, Señor, sobre tu palabra echaré mi red”. La llamada que el Señor nos está dirigiendo en este momento es ante todo la llamada a la fe, a fiarse de Él y de toda palabra que sale de su boca, seguros y ciertos que todo esto que Él dice se realiza. Como Dios dijo a Abrahán: “¿Hay alguna cosa imposible para el Señor?” (Gen 18, 14) o en Jeremías: “¿Existe algo imposible para mí?” (Jer 32, 27); cfr. también Zac 8, 6. O como se le dijo a María: “ Nada hay imposible para Dios” (Lc 1, 37) y entonces Ella dijo: “Hágase en mí como has dicho”. Aquí es a donde debíamos llegar; como María, como Pedro. No podemos ser solamente oyentes, porque nos engañaremos a nosotros mismos, como dice Santiago (1, 19-25), quedaremos engañados por la poca memoria y nos perderemos. La palabra debe realizarse, cumplirse, puesta en práctica. Es una gran ruina para el que escucha, si no pone en práctica la Palabra; se necesita excavar profundamente y poner el fundamento sobre la roca, que es la fe operativa (cfr. Lc 6, 46-49).


* La pesca como misión de la Iglesia: La adhesión a la fe lleva a la misión, esto es, a entrar en la comunidad instituida por Jesús para la difusión del Reino. Parece que Lucas quiere ya, en este pasaje, presentar la Iglesia que vive la experiencia post-pascual del encuentro con Jesús resucitado; conocido es, de hecho, las muchas llamadas al pasaje de Juan 21, 1-8. Jesús escoge una barca y escoge a Pedro y, desde la barca, llama a hombres y mujeres, hijos e hijas, a continuar su misión. Conocido es también que el verbo “boga mar adentro” está en singular, referido a Pedro que recibe el encargo de guía, pero la acción de la pesca es en plural: “¡Hechad las redes!”, referida a todos aquéllos, que quieran adherirse para participar en la misión. ¡Es bella y luminosa, es gozosa esta única misión y fatiga para todos! Es la misión apostólica, que empieza ahora, en obediencia a la Palabra del Señor y que llegará bogando por el mar a todos los rincones de la tierra (cfr. Mt 28, 19; Act 1, 8; Mc 16, 15; 13, 10; Lc 24, 45-48).

Es interesante notar que el vocablo usado por Lucas para indicar la misión que Jesús confía Pedro y con él a todos nosotros , cuando le dice: “ No temas... tu serás pescador de hombres”. Aquí no se usa el mismo término que encontramos ya en Mt. 4, 18 ss., en Mc 1, 16 o también en este pasaje al vers. 2, simplemente pescador; aquí hay una palabra nueva, que aparece sólo dos veces en todo el Nuevo Testamento y que deriva del verbo “capturar”, en el sentido de “prender vivo y mantener con vida”. Los pescadores del Señor, en efecto, echan las redes en el mar del mundo para ofrecer a los hombres la Vida, para sacarlos de los abismos y hacerlos volver a la verdadera vida. Pedro y los otros, nosotros y nuestros compañeros de navegación en este mundo, podemos continuar, si queremos, en cualquier estado en que nos encontremos, aquella misma hermosa misión suya de enviados del Padre “a salvar lo que estaba perdido” (Lc 19, 10).. Oración final
Señor, Tú has abierto el mar y has venido hasta mí; Tú has desvelado la noche y has inaugurado para mí un día nuevo. Tú me has dirigido tu Palabra y me has tocado el corazón: me has hecho subir contigo en la barca y me has llevado mar adentro. Señor, ¡Tú has hecho cosas grandes! Te alabo, te bendigo, de doy gracias, en tu Palabra, en tu Hijo Jesús, en el Espíritu Santo. Llévame siempre a bogar contigo, dentro de ti y Tú en mí, para echar las redes, las redes del amor, de la amistad, del compartir, de la búsqueda juntos de tu rostro y de tu reino ya en esta tierra. Señor, ¡soy pecador, lo sé! Pero también por esto te doy gracias, porque Tú no has venido a llamar a los justos, sino a los pecadores y yo escucho tu voz y te sigo. Mírame, Padre, lo dejo todo y me voy contigo.....

Todo parte de la iniciativa de Jesús: - Jesús ve dos barcas (5,2) 
- Jesús escoge la de barca de Simón y sube a ella (5,3a). 
- Jesús le pide a Simón que aleje su barca de tierra para poder hablar más fácilmente a la multitud (5,3b). 
- Jesús educa a la multitud (5,3c) 
- Jesús le ordena a Simón remar mar adentro (5,4). Se provoca entonces una pesca milagrosa. - Jesús le hace una promesa a Simón (5,10), la cual provoca como reacción el seguimiento del primer apóstol y de sus compañeros.

WEBGRAFIA
  • http://www.cmperu.com.pe/Lectio%20Divina/index%20lectioC.html 
  • http://iglesiadesopelana3c.blogspot.com/2018/12/j-pagola-ciclo-c-2018-2019.html